Leyendas del Fútbol

FERNANDO REDONDO, el elegante argentino.

Un 'cinco' poderoso que rebosaba clase, desborde y presencia, al que las lesiones no le respetaron en su etapa final.

  26/07/2019

Uno de los mejores centrocampistas de la década de los ’90. Superdotado técnicamente, Redondo destacó en Tenerife, triunfó en Madrid y las lesiones le pudieron en Milán. Pónganse el chaqué, la clase del ‘5’ lo merece.

El medio argentino triunfó en España con un porte único en la conducción del balón, sin perder en ningún momento ese centro de gravedad que lo mantenía con la espalda erguida aún con rivales acechándole. Una zurda de oro. La melena al viento, que no parecía despeinarse ni con el viento del norte, ni con el de levante. Presumido, porque no cabe la menor duda de que lo era, por qué sino negarse a jugar con la selección por tener que cortarse su media melena. Excentricidades del seleccionador Daniel Passarella, o una rabieta del coqueto Fernando, véanlo como quieran.

Su versatilidad, calidad técnica y el desborde con su gran zancada, fueron las señas de identidad de un medio difícil de caracterizar en cuanto a si era ofensivo o defensivo. Su faceta defensiva tenía un denominador común, sabía usar sus codos para proteger el balón, a veces llevando el reglamento al límite. Por sus pies pasaban la mayoría de las acciones ofensivas de sus equipos, dando la pausa necesaria al juego, o arrancando desde medio campo filtrando balones en profundidad a sus compañeros. Él era el perfecto enlace entre defensa y ataque. El clásico ‘5’ argentino, elevado a la máxima expresión, pues él tenía y hacía todo lo que ese puesto marcaba, un estandarte, espejo para muchos opositores de los que todavía ninguno ha llegado a donde Redondo.

Se le achacó siempre que no disparaba a puerta siempre que podía, eligiendo como primera opción el pase a un compañero, por mucho que se situase en la frontal del área con posibilidad real de chutar a puerta. Gajes del oficio que quizás el sentía, el defensivo, llevados al extremo. Redondo comenzó donde todos los argentinos lo hacen, en su país, como es lógico. Su hinchada, la de Argentinos Juniors, disfrutó de un joven ya internacional en las categorías inferiores de la albiceleste. Desde los 16 a los 21 años estuvo en la primera plantilla, con su protagonismo yendo de menos a más.

 

Saltaba el charco

Cumplidos los 21, en 1990 el CD Tenerife fichó al de Adrogué. El club canario, entrenado por aquel entonces por Xavier Azkargorta, se trajo al medio a través de la recomendación de Jorge Raúl ‘Indio’ Solari, que además de ex jugador y tío de Redondo, es padre de Santiago Solari, ex jugador del Real Madrid y Atlético de Madrid entre otros.

Fue en 1992 cuando Jorge Valdano y Ángel Cappa, dos argentinos que conocían las andanzas de Redondo, cogieron la nave canaria. Fueron dos temporadas en las que sacaron el máximo rendimiento de Fernando, así como del CD Tenerife. Debutó en UEFA y amargó dos Ligas al que sería su siguiente conjunto, el Real Madrid. Precisamente de la mano de Valdano, Redondo cambió las islas por la capital. Los dos argentinos llegaban al club merengue en 1994, el segundo tras cuatro campañas defendiendo los colores blanquiazules.

 

Su paso por el Real Madrid

Con los blancos, Redondo alcanzó el culmen de su trayectoria profesional. Ganó dos Copas de Europa, una Copa Intercontinental, dos Ligas y una Supercopa de España en los seis años que visitó la elástica del Real Madrid. Sus comienzos en el Santiago Bernabéu no fueron sencillos. No venía con la vitola de fichaje estrella, la incógnita de su rendimiento en un Real Madrid y su presión, se asomaban. Añadiendo la lesión que le apartó del inicio de su primera temporada, y el debate creado sobre su titularidad en detrimento de Milla, a quienes muchos aficionados y prensa daban como mejor pieza de encaje al mediocampo madrileño, no hicieron nada fácil el camino de quien enamoraría al Bernabéu.

El bendito ‘problema’ que tenía Redondo, es que no necesitaba un compañero en la medular, él se bastaba. Se convirtió en básico para todos sus entrenadores, Jorge Valdano, Del Bosque, Arsenio Iglesias, Fabio Capello, Jupp Heynckes, Guus Hiddink y John Benjamin Toshack, fueron quienes disfrutaron y llevaron a Redondo a un nivel como pocos en Europa. Siendo pieza clave en la anhelada 7ª Copa de Europa ganada en Ámsterdam. Para el recuerdo en la máxima competición del viejo continente, el taconazo y pase de gol a Raúl en Manchester, fútbol de salón. Levantó también la octava en París, siendo elegido el Mejor Jugador de aquella Champions League.

Con la llegada de Florentino Pérez a la casa blanca, el argentino hizo las maletas rumbo Milán, pues su venta se consumó en el verano del año 2000. Sus 31 años y los persistentes problemas de rodillas que sufría, parece que fueron los detonantes para dar carpetazo a seis años de lecciones. Redondo tenía más fútbol para el Madrid, tan solo no le dejaron seguir. El vacío que dejó en la medular tras su marchar, tan solo Xabi Alonso ha podido ocuparlo. Palabras mayores.

 

Con la albiceleste

El combinado argentino fue para Redondo como un desamor. Internacional en categorías inferiores, siendo Sub-17 conquistó el Campeonato Sudamericano de la categoría. Ya en la absoluta, todo comenzó a pedir de boca para él cuando en 1992 ganaba la Copa FIFA Confederaciones, y al año siguiente la Copa América. Pero todo comenzó a desmoronarse en el Mundial de USA ’94, estrepitoso para los argentinos, con el famoso positivo de Maradona. Redondo era el dueño del mediocampo de aquella Argentina del ’94, quien desde entonces perdería su sitio en aquella selección. Fueron un total de 29 partidos, que se antojan insuficientes para alguien de su talla. Si queremos encontrar los motivos, entrenadores que no contaron con sus servicios, y lesiones que le obligaron a desatender la llamada de la selección en varias ocasiones.

 

Calvario en Milán y retirada

Dejaba un club histórico para desembarcar en otro, pero las cuatro temporadas que permaneció en el club lombardo fueron más un castigo que un retiro soñado. Sus rodillas no aguantaban. Dos años sin jugar un partido, continuas recaídas y operaciones, hicieron que hasta 2002 Redondo no debutase en partido oficial con el AC Milán para tan solo jugar una veintena de encuentros en las siguientes dos temporadas que vistió la camiseta rossonera.

Llegó a renunciar a su sueldo hasta que su recuperación fuese completa, quedando a la vista que no solo era elegante sobre el césped. Sin acumular minutos de juego ni partidos, ‘El Príncipe’ -apodo que adquirió por su estética-, si añadió a su palmarés una tercera Copa de Europa, una Supercopa de Europa, y conquistó en el país transalpino una Serie A, Copa y Supercopa de Italia. Tras vivir más tiempo en la enfermería que sobre el campo, con cinco operaciones de rodilla en su haber, Redondo decidió poner punto y final a su carrera como futbolista en 2004.

Redacción: Jaime Muñoz

 

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