Decisión y Acción.

Por Álex Couto. Entrenador UEFA PRO

  08/10/2019

Decisión y Acción

El entrenador de fútbol y su staff tienen la capacidad de influir en su equipo justo hasta el momento en que el balón empieza a rodar. La planificación estratégica de un partido se desarrolla desde el momento en que se inicia la primera jornada del microciclo de entrenamiento y tiene como objetivo preparar al equipo y a cada uno de los componentes del mismo para la siguiente competición a afrontar. En ese proceso se acumulan las aportaciones que se fueron diseñando y llevando a término en momentos anteriores y dejaron vivencias claras, en forma de éxito o de fracaso de los pequeños desarrollos que conforman cada período de preparación competitiva entre partido y partido. Junto al staff se diseñan y se implementan contenidos destinados a dinamizar y evolucionar aquellas estructuras de equipo y grupales que conforman el modo que se tiene de entender el juego y la forma de llevarlo a término en la competición adaptado a cada rival que toque en suerte. Igualmente se llevan a cabo todas aquellas iniciativas que inciden de manera directa e indirecta en las estructuras individuales de carácter condicional, cognitivo, emocional o psicológico, a través de las cuales el jugador trata de adaptar sus potencialidades a las exigencias de la competición dentro del contexto anteriormente mencionado, las tendencias comunes que se desarrollan a nivel grupal y de equipo.

La planificación de la manera en que queremos que el equipo juegue será el mapa con el que el equipo tratará de guiarse hacia la victoria el día de la competición, confrontando todas sus virtudes y fortalezas con el adversario y tratando de evitar que las debilidades sean más determinantes de lo que nos gustaría.

Pero toda esa ingente cantidad de contenido queda en suspenso desde el momento en que la pelota rueda, desde el instante en que el árbitro silva el inicio del partido porque todo ello se verá condicionado por dos elementos sobre los que el staff y su director no tienen control directo: la decisión y la acción.

A partir de que el partido comienza, la manifestación práctica del plan de acción, del plan de partido preparado y matizado hasta el extremo durante el período de preparación anterior, se ve condicionado por cómo decide y por cómo actúa el jugador. La estrategia deja de ser para pasar a convertirse, a vivir un proceso de transición hacia la táctica y la técnica. El jugador conoce el plan y además tiene información de cómo puede llegar a ser el plan del adversario, ambos planes estudiados desde la perspectiva del equipo y desde el punto de vista de su participación unívoca dentro del puesto y de las misiones asignadas al mismo. Pero lo que no sabe es cómo va a actuar una vez el juego comience. El jugador y el equipo no saben qué decisiones tomarán y cómo las ejecutarán porque ello se dirime en el juego mismo, en el instante y en la circunstancia en la que se producen los hechos.

Decidir en función de variables y parámetros que surgen como consecuencia de la dinámica que el juego toma de manera novedosa, actuar en función de los estímulos que el jugador percibe en el momento de participar ante la oposición que le toca soportar. El jugador vive en una doble dimensión, atacar cuando tiene el balón y defender cuando no lo tiene. El jugador decide qué movimientos hacer cuando el equipo propio tiene el balón y qué movimientos desarrolla cuando no lo tiene. El jugador ejecuta cuando posee personalmente el balón en función de los movimientos de sus compañeros, en función del espacio en el que se encuentra y con la oposición que debe combatir, con las condicionantes del tiempo y de las habilidades y destrezas propias y ajenas.

El jugador decide en una unidad de tiempo mínima y ejecuta en unidad de tiempo mínima situaciones que aparentemente fueron entrenadas previamente en condiciones diferentes, alejadas de los estímulos directos que suceden en la competición. El jugador dispone de mecanismos de decisión acordes al plan preestablecido pero con márgenes variables en función de la diversidad de opciones que pueden surgir en el momento de la decisión y que no todas, casi ninguna, dependen de su voluntad.

La ejecución de la decisión, con o sin balón vendrá definida dentro de un plan previo, igualmente entrenado bajo circunstancias diferentes a las que se va a encontrar porque nunca seremos capaces de reproducir en el entrenamiento las situaciones y las sensaciones que se producen en competición. El jugador tiene unos límites inmediatos a la hora de ejecutar los gestos adecuados previamente decididos por la interpretación espontánea a nivel consciente de todo lo que ocurre y desde la inconsciencia propia de cada momento. El jugador no piensa mientras ejecuta y el jugador activa su intelecto en unidades de tiempo inmediatas cuando decide.

Por tanto, todo el trabajo estratégico previo a un partido, todo el estudio, el desarrollo, la dirección de grupos, el liderazgo compartido, el servir para consolidar actitudes reales que deben complementar nuestro comportamiento competitivo como equipo y como jugador, está condicionado a infinidad de momentos inciertos que viven los protagonistas al jugar y que el entrenador y su staff prevén en situaciones simuladas pero no pueden certificar desde la certeza del proceso de formación y consolidación del entrenamiento.

La táctica, la decisión de hacer lo que conviene en cada momento del partido en función de todas las variables que están incidiendo en ese momento y la técnica, la herramienta a través de la cual manejamos el balón en nuestro poder o buscamos la manera de recuperarlo cuando lo tiene el rival, son los fundamentos esenciales del juego del fútbol en competición. La táctica y la técnica son los privilegios decisionales y de actuación de los protagonistas. Ellos juegan porque deciden y ejecutan. El resto completa el proceso previo y posterior con todo su saber parar que cuando vuelvan a jugar estén en condiciones de decidir y actuar mejor que la última vez.

En un partido todo es táctico. Se decide constantemente. En un partido la ejecución marca el camino a través de la gestión del acierto y del error. La intensidad, la actitud, el carácter, el aguante, la fuerza, el deseo, los miedos, la arrogancia, la cultura propia, las vivencias anteriores, el dolor, la rabia, la inseguridad, etc. serán condimentos que deberán ser tenidos en cuenta antes y después pero nunca en el instante en que se juega. Todo ese componente de variables incontrolables en el momento de decidir y actuar son las particularidades que nos harán un equipo de una manera o de otra. Todo ello formará igualmente parte del plan de acción previo, se tendrá en cuenta por todos y cada uno de los componentes del staff que asume responsabilidades específicas en función de sus conocimientos. Durante el juego, todo, el todo absoluto depende de quienes deciden y actúan. Todo es táctico, todo depende de la habilidad y la destreza de quienes ejecutan.

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