Como haciendo una hipérbole de la apuesta total por el trabajo de cantera al que entregaría su suerte, Azkar Lugo dejó las riendas de su primer equipo en manos de un joven de sólo 27 años. Un chico que había llegado a estrenarse en la máxima categoría como jugador, pero que enseguida decidió dar un golpe de timón y fijar el rumbo de su carrera al otro lado de la línea de banda, en los banquillos.
Ríos, de hecho, ya había comenzado a entrenar en las categorías inferiores del club lucense apenas terminada su etapa juvenil. El trabajo y el éxito le ayudaron a quemar etapas con rapidez: su palmarés registra varios títulos y subcampeonatos gallegos y nacionales en infantiles y cadetes, tanto con el Azkar como al frente de la selección autonómica.