El riojano Palacio de los Deportes de Logroño se vistió de estreno entre el 8 y el 11 de marzo de 2012 para acoger, por primera vez en su historia, ese torneo en el que muchos encuentran las emociones más fuertes que el fútbol sala puede brindar al espectador: la Copa de España. Cuatro días y siete batallas a vida o muerte, un todo o nada en el que cualquier Goliath sabe que no hay margen de error que permita subsanar un tropiezo, mientras cualquier David sueña con la tarde de inspiración que le conduzca a la gloria.