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Es complicado que dos equipos grandes vivan el mismo momento. La teoría de los vasos comunicantes suele ser más común en el fútbol: cuando uno va bien; el rival vive su peor etapa. Milan e Inter, sin embargo, se han puesto de acuerdo para atravesar su etapa más oscura de los últimos años. Milán, la ciudad con dos gigantes del fútbol mundial, se tiene que conformar con vivir un derbi en horas bajas. Con muy poco fútbol y sí mucha tensión. El derbi de la última jornada volvió a repetir el mismo guion de las últimas temporadas. Fútbol hubo muy poco, con el Milan dominando en la primera parte y un Inter más valiente en la segunda.

Es complicado que dos equipos grandes vivan el mismo momento. La teoría de los vasos comunicantes suele ser más común en el fútbol: cuando uno va bien; el rival vive su peor etapa. Milan e Inter, sin embargo, se han puesto de acuerdo para atravesar su etapa más oscura de los últimos años. Milán, la ciudad con dos gigantes del fútbol mundial, se tiene que conformar con vivir un derbi en horas bajas. Con muy poco fútbol y sí mucha tensión. El derbi de la última jornada volvió a repetir el mismo guion de las últimas temporadas. Fútbol hubo muy poco, con el Milan dominando en la primera parte y un Inter más valiente en la segunda.

Dos ideas distintas

Los buenos detalles, por el contrario, se contaron con los dedos de una mano. La salvación llegó en la recta final del encuentro, con el Inter buscando la victoria ante un Milan hundido físicamente. Y es que los años pesan en el club ?rossoneri, con jugadores incapaces de aguantar el resuello durante noventa minutos, como es el caso de Kaka?. Resulta curioso ver que Berlusconi haya dejado envejecer al Milan hasta el hastío en los últimos años, convirtiéndolo en un cementerio de elefantes: Ronaldo, Ronaldinho, ahora Kaka??  Todo lo contrario que el Inter, que intenta volver a renacer con futbolistas jóvenes, como Ricky Álvarez, la gran esperanza interista.

Un suave taconazo

Pero volvamos a los últimos minutos del partido, donde apareció Rodrigo Palacio. Un extremo reconvertido a delantero centro. Walter Mazzarri, entrenador interista, ha sabido exprimir al máximo las cualidades del argentino, quien lleva once goles en dieciséis partidos. Rodrigo Palacio copa hoy todas las portadas de los diarios italianos tras su taconazo mágico en el derbi de Milán. El argentino, una cualidad que le viene dada de su pasado como extremo, apareció en el área desde atrás, sin llamar la atención de los centrales del Milan. Tal vez la definición de un nueve nato hubiera sido otra, pero Palacio acomodó su cuerpo y ?acunó? el balón suavemente con su tacón de la pierna derecha. Mansa, la pelota entró en la portería de Abiati, sorprendido por un destello de tanta calidad en un derbi tan oscuro.

 

Palacio, el futuro del Inter

Fue un nuevo golpe del destino en la carrera del delantero argentino, como cuando en 2003 fue descartado por el Betis en verano y un año más tarde estaba ganando títulos con Boca Juniors. Allí asumió la responsabilidad de suplir a Tévez, quien se marchó antes de su llegada a Corinthians. En 2009, tras triunfar con Boca, decidió volver a probar suerte en Europa, en el Genoa, donde compartió delantera por un tiempo con Hernán Crespo, uno de sus grandes ídolos. Su carrera en Italia se ha ido consolidando con el paso de los años, siendo considerado uno de los grandes futbolistas del calcio. Su golazo ante el Milan le termina de encumbrar en el Inter, un equipo que ha comenzado la reconstrucción desde cero y con el multimillonario Erik Thorin en la grada. Palacio, como ya hiciera en Boca cuando se fue Tévez, es la primera piedra para levantar el nuevo futuro interista.

Por Héctor García

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