Leyendas del Fútbol

ENZO BEARZOT, el Quijote del 82.

Enzo Bearzot hizo campeón del mundo a Italia en España 82' contra todo pronóstico. Un entrenador que ha dejado una profunda huella en el fútbol azzurro, creándose un galardón con su nombre para reconocer al mejor entrenador italiano del año. Cabrini lo bautizó como 'El Quijote del 82'. Él fue el primero que creyó que ese grupo de jugadores podría ganar ese Mundial. Repasamos la figura del mítico entrenador italiano.

  11/10/2016

Redacción: Héctor García/ Claudio Ranieri había ganado la Premier League pocos días antes con el Leicester City en uno de los mayores milagros de la historia del fútbol moderno. Pero en un tipo emotivo como el italiano, Raineri fue más feliz que nunca cuando recibió el Premio Enzo Bearzot. Un galardón que reconoce al mejor entrenador italiano de la temporada, pero que va más allá. Beazot fue y es un referente para todos los entrenadores transalpinos. Un maestro de entrenadores.

Falleció el 21 de diciembre de 2010 en Milán. Justo 42 años después de la muerte de Vittorio Pozzo, el otro gran entrenador en la historia de Italia. La Federación italiana decidió rendirle el mejor homenaje posible a su memoria, creando el premio con su nombre . En 2011 lo ganó Cesare Prandelli, cuando aún estaba como seleccionador de Italia. Walter Mazzari (2012), Vincenzo Montella (2013), Carlo Ancelotti (2014), Massimiliano Allegri (2015) y Claudio Rainieri (2016) han sido hasta los otros entrenadores reconocido con este premio.

"Era una persona cristalina"

“En 1982, todos estábamos convencidos por dentro de que podíamos llegar hasta el final, y eso es lo que ocurrió. Pero el verdadero artífice de la victoria fue Enzo Bearzot, un hombre extraordinario y un entrenador de gran talento. Le considero como un hermano mayor, como un padre. En él recae todo el mérito de esa victoria. Si una persona persigue una meta que le parece justa, da igual las presiones que sufra; lo esencial es tener la voluntad de seguir su propio camino. Era una persona de una sinceridad cristalina", señala Dino Zoff sobre el papel y la importancia que tuvo el técnico italiano en el triunfo de la selección italiana en el Mundial de España 1982. Un entrenador del que aprendieron los jugadores, para luego algunos de ellos ser entrenadores. Como Marcello Lippi, otro grande de los banquillos de Italia. “Me seleccionó por primera vez con la sub-23. Cuando perdí mi primer partido como seleccionador de Italia, enseguida me tranquilicé al recordar que él también perdió en su debut. Además, me acuerdo de sus análisis, en los que apuntaba que es importante perder los partidos amistosos. Me decía que la derrota es uno de los secretos que permiten construir un bloque, analizar bien sus límites. Después, naturalmente, hay que ganar para recuperar la moral, sobre todo, cuando el equipo está en periodo de formación”. Y es que Italia es un país de entrenadores. Ha tenido y tiene enormes jugadores, gigantescos, pero mandan los entrenadores. Pozzo, Bearzot, Lippi, Ancelotti, Sacchi… Es la tradición azzurra, la de nacer futbolista, pero tener insertado en tu cerebro el chip de entrenador.

Originario de Ajello de Friuli, en la provincia de Udine, Bearzot tuvo una digna carrera como jugador profesional, compitiendo al más alto nivel durante más de quince años. Su principal logro fue una convocatoria con la selección en 1955. Actuaba como centrocampista defensivo, y pasó la mayor parte de su carrera en el Inter de Milán y en el Torino, tras haber dado sus primeros pasos en 1946, en la Serie B, con el Pro Gorizia. Decidió retirarse en 1964 emprendiendo de manera inmediata la carrera de técnico en su club, como preparador de porteros, y luego como segundo entrenador. Después de una rápida experiencia en el Prato (Serie C), acabó siendo responsable técnico de la selección italiana de promesas (en aquel momento, la sub-23). Su ascensión prosiguió a pasos agigantados, y no tardó en convertirse en ayudante del comisario técnico Ferrucio Valcareggi, al que asistió en las Copas Mundiales de la FIFA México 1970 y Alemania 1974.

El camino con la selección

Tras el fracaso en el torneo de Alemania y un breve intervalo con Fulvio Bernardini, Bearzot fue nombrado comisario técnico (nombre dado al seleccionador de la Squadra Azzurra) en 1975, puesto que ocuparía hasta 1986, con un nada desdeñable con un balance de 51 triunfos, 28 empates y 25 derrotas en 104 partidos en el banquillo de la Nazionale. Trabajó con un plan de futuro, intentando formar una selección que en algún momento pudiera volver a ser campeona. Para conseguirlo se apoyó en un núcleo de hombres procedentes del Juventus de Turín, que dominaba la Serie A. En la Copa Mundial de la FIFA Argentina 1978, Italia presentó un rostro completamente nuevo, desarrollando un juego mucho más atractivo gracias a la influencia de jóvenes estrellas en ciernes, como Paolo Rossi y Antonio Cabrini. Acabaron cuartos. Sin embargo, esas buenas sensaciones volaron por los aires en la Eurocopa de 1980 disputada en casa. Italia se quedó fuera de la final tras ser segunda de grupo por detrás de Bélgica y acabó cuarta en el partido de consolación contra Checoslovaquia. Bearzot, a pesar de todo, aguantó en el cargo, en gran parte por el apoyo incondicional de sus jugadores.

Un apoyo recíproco. Al que más apoyo el entrenador italiano fue a Paolo Rossi, El Bambino de Oro. El jugador de la Juventus fue sancionado dos años por un supuesto amaño de partidos. Bearzot creyó en él contra viento y marea convocándole para el Mundial de España 1982 cuando solo había jugado un puñado de partidos tras esa sanción. Así era Bearzot, un entrenador que creía en cada uno de sus jugadores. "Siempre te hacía sentir cómodo", recuerda Bergomi. "Para él contaba la honestidad. Daba confianza a todos y tenía esa capacidad de crear vínculos tan fuerte que los jugadores daban el máximo para devolvérsela", dice Gigi Riva.

Un tipo entrañable para público y jugadores, con una idea de juego definida: “Para mí el fútbol se juega con dos extremos, un delantero centro y un distribuidor. Esa era mi forma de concebirlo. Elegía a mis jugadores y, a continuación, les dejaba jugar sin imponerles esquemas tácticos. No se le puede decir a Maradona: 'Juega como yo te digo'. Hay que dejarle jugar como él sienta. Con eso basta". Enzo Bearzot y sus jugadores fueron capaces de un imposible: ganar el Mundial de España. Italia empató los tres primeros partidos del campeonato, con fuertes críticas por parte de la prensa Italia. 0-0 contra Polonia y después dos sendos uno a uno contra Perú y Camerún, respectivamente. Siguió adelante en el Mundial por la diferencia de goles. Bearzot decidió refugiar a sus en el norte de España, creando un grupo de espartanos ajenos a los que les rodeaba. “El Quijote del 82: el hombre solo contra todos, contra las polémicas, las criticas, orgulloso de defender al grupo”, apunta sobre él Antonio Cabrini. Bearzot fue capaz de convencer a ese grupo de jugadores de que podían ganar el Mundial pasando por encima de Argentina, liderada por Maradona, y Brasil, en uno de los mejores equipos que la canarinha ha tenido en su historia, con Zico o Socrates, entre otros. Y el imposible se hizo realidad: Italia acabó con Argentina con una victoria por 2-1, con goles de Tardelli y Cabrini y después derrotó a Brasil, en uno de los mejores partidos en la historia de los mundiales, por 3-2. El partido de los tres goles de Paolo Rossi, el delantero en el que Bearzot siempre creyó. Luego el camino al título fue más sencillo. Ganó cómodamente a Polonia y derrotó en la final a una agotada Alemania (llegó hasta el final del tiempo extra en la semifinal contra Francia) por 3-1.

La entrevista después de ganar el Mundial

A su figura quedará para siempre asociada el humo de su pipa, hoy exhibida como si de un título más se tratara en el museo Andrea Fortunato" di Santa Maria di Castellabate. Bearzot nunca se separó de ella, ni siquiera en las entrevistas. El entrenador italiano dejó una para la historia tras ganar el campeonato del mundo ante Alemania.

Su adiós

Ese título coronaba siete años de programación técnica de Bearzot, donde todos los puestos habían sido duplicados. Fue el triunfo del grupo por encima de lo individual. La unión de los hombres de Bearzot, el entrenador al que todos sus jugadores veneran todavía hoy de manera reverencial. Sin embargo, el siguiente Mundial no fue como se esperaba, y Bearzot optó por renunciar. "Para mí era una vocación que, al cabo de los años, se convirtió en una profesión. Hoy en día no encuentro los valores de mi época. Debido al desarrollo del fútbol y a la llegada de poderosos patrocinadores, el dinero ha modificado muchos parámetros. El perfil del jugador también ha cambiado, sobre todo, en cuanto a la vinculación con su club. Además, los clubes se han transformado en empresas con ánimo de lucro. Y por último, igualmente, el fútbol se ha convertido en una ciencia, no siempre exacta, mientras que para mí sigue siendo ante todo un simple juego", explicó de manera didáctica en su adiós.

Se refugió en sus libros de literatura clásica. Pero el 22 de enero de 2002, a la edad de 75 años, dieciséis años después de su jubilación voluntaria, aceptó hacerse cargo del sector técnico de la Asociación Italiana de Fútbol, porque la propuesta surgía "del mundo del fútbol".  "Bearzot ha sido un grande. El mejor técnico del fútbol italiano después de Vittorio Pozzo. Me alegra que esté de vuelta entre nosotros. No debía permanecer alejado del mundo del fútbol", afirmó Claudio Gentile, que reconoció "inspirarse en sus métodos". Bearzot dejó finalmente su cargo en 2005. Fue el último trabajo de ese ‘Quijote del 82’’, como le bautizó Cabrini.

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