Leyendas del Fútbol

El gran heredero Sandro MAZZOLA.

Alessandro Mazzola cumplió la promesa que se hizo cuando conoció la muerte de su padre, Valentino Mazzola, estrella del gran Torino que perdió todos sus sueños en el accidente de avión de Superga. Sandro Mazzola lo ganó todo en el Inter, marcando 116 goles en más de 400 partidos. Siempre vistió los colores interistas, su "segunda familia". Repasamos la carrera de uno de los mejores jugadores italianos.

  15/12/2016

Redacción: Héctor García

“Nuestra primera victoria en la Copa de Campeones (vieja Copa de Europa) fue contra el Real Madrid, en 1964. Ganamos 3-1 y yo marqué dos goles. El Madrid era entonces el equipo de todos los sueños. Lo ganaba todo. Y tenía a Alfredo Di Stéfano, a quien yo veía como un gigante. Recuerdo que antes de que empezase el partido, dentro del campo, no le quitaba ojo a Di Stéfano, estaba como paralizado. Alguien me dio en un hombro. Era Luis Suárez, que me dijo: "¿Te vas a quedar ahí mirándolo? Yo voy a jugar". Cuando sonó el pitido final, corrí hacia Di Stéfano para intercambiar mi camiseta. Pero me interceptó Ferenc Puskas, y me dijo: "Yo jugué contra tu padre. Tú eres digno de él. Te regalo mi camiseta". Hoy es la más preciada de mi colección...”. Son los recuerdos de Sandro Mazzola, hijo de Valentino Mazzola, ídolo del gran Torino. Un equipo que dominó Italia con cinco títulos seguidos en la liga y extendió su dominio por toda Europa. Entonces todavía no existía la Copa de Europa, por lo que el nivel internacional de los equipos se medía en los amistosos. El Torino era el equipo al que todos querían tener como invitado y el Benfica lo consiguió para despedir a José Ferreira, su gran capitán. En el vuelo de regreso a casa, en un avión Fiat G.212, con 31 pasajeros a bordo, los sueños del gran Toro se estrellaron en Superga. No hubo supervivientes. Mazzola vivió la tragedia cuando era solo un niño, con siete años. Alessandro solía acompañar a su padre a todos los entrenamientos. Ese día se prometió que iba a ser futbolista, para continuar el sueño de su padre.

"Estuve cerca de dejar el fútbol"

“Benito Lorenzi, el delantero del Inter que jugaba en la selección nacional con mi padre y que era muy amigo suyo, vino a casa. Le pidió a mi madre que me dejase ir a Milán para ser animador del club. Giuseppe Meazza, conmocionado por la catástrofe de Superga, también se ocupó mucho de mí y de mi hermano pequeño. Los dos nos vestíamos con el equipo completo del Inter, salíamos con los jugadores y nos quedábamos en la línea de banda durante el partido. Como animador, estábamos incluidos en las primas, y cobrábamos 10.000 liras de entonces por una victoria y 5.000 por un empate. Era mucho dinero para nuestra familia”. Mazzola vivió el fútbol desde cerca, aprendiendo de los mejores jugadores interistas de la época. Creció y cumplió con su palabra de ser profesional, cargando también con el peso del apellido Mazzola: “Cuando era joven me resultó muy difícil, porque todo el mundo esperaba ver a un jugador de tanto talento como mi padre. Pero yo no tenía las mismas cualidades. Llevaba muy mal los comentarios de los hinchas, a veces negativos, hasta tal punto que llegué a estar cerca de dejar el fútbol. En aquella época no se me daba mal el baloncesto, así que probé con el equipo de Milán, que se llamaba entonces "Borletti". Durante dos meses dudé entre los dos, y me dediqué a ambas actividades. Al final elegí el fútbol. Y cuando empecé a abrirme camino, tuve el doble de seguidores, ¡porque también recuperé a los de mi padre!”. Debutó un Debutó en la Serie A contra Juventusel 10 de junio de 1961, perdiendo su equipo 9-1. Jugó toda su carrera con la camiseta del Inter, dejando la marca de 116 goles en 443 partidos.

Una zamarra que también había vestido su padre una vez. “Tengo en casa fotos suyas con la camiseta nerazzurra, aunque no disputara ningún partido oficial con esos colores... En aquella época, aunque uno fuese internacional y una gran estrella, tenía que someterse a una prueba antes de un eventual traspaso, y posar con la camiseta. Es algo inimaginable hoy en día”, cuenta Sandro. Él también estuvo cerca de jugar para el Torino en la recta final de su carrera, pero el fichaje no se pudo hacer. “Mi relación con el club no era la mejor. Pero estuve cerca de ir a la Juventus, que hizo tres intentos. Una vez me ofrecieron el doble de lo que ganaba en el Inter, más un concesionario Fiat en Milán y una agencia de seguros en Turín, pero no fui capaz de abandonar el club que me lo había dado todo”, reconoce Mazzola, quien señala que “el Inter era mi segunda familia, el equipo que me lo había dado todo”.

 Su fútbol brilló en el perfecto engranaje defensivo de Helenio Herrera, quien le definió como “un jugador de toda la cancha”. Era goleador, aguerrido y voluntarioso, una pieza clave en el catenaccio de HH, aunque Mazzola no cree que ese apelativo sea el adecuado para definir un equipo único: “Nereo Rocco, el entrenador del Milan, el primero que introdujo un líbero. Lamento que el Inter de Herrera pasase a la historia por el catenaccio. Fíjese en la lista de jugadores del equipo: Giuliano Sarti, Tarcisio Burgnich, Giacinto Facchetti, Gianfranco Bedin, Aristide Guarneri, Armando Picchi, Jair, Joaquín Peiró, Luis Suárez, Mario Corso y yo mismo. Había pese a todo cinco jugadores de vocación ofensiva, incluso seis con Facchetti, que subía muy a menudo, una novedad por aquel entonces. A veces, fuera de casa, adoptábamos un sistema muy defensivo, es verdad. Pero solíamos emplear un 4-2-4 y todo el mundo trabajaba. Le aseguro que después de un partido no teníamos ganas de ir a bailar... De hecho, Helenio Herrera inventó el fútbol moderno”.

También fue estandarte de la selección italiana en su época. Su debut con la azzurra fue contra Brasil el 12 de mayo 1963, con sólo 20 años, y marcando desde el punto de penalti. Mazzola jugó para su país los Mundiales de 1966, 1970 y 1974 y su mayor logró llegó con el triunfo en la Eurocopa de 1968. Le quedó para siempre el sabor amargo del Mundial de México 1970, donde Italia acudía como una de las favoritas, pero cayó en semifinales ante Alemania: “Teníamos un gran equipo, aunque fuimos a México sin demasiadas expectativas. Además, nos llevamos películas para entretenernos antes de los partidos, y antes de la semifinal ya no nos quedaba ninguna... Era la época de la famosa rotación que hacía el técnico Ferruccio Valcareggi entre Rivera y yo. Cada uno su mitad del partido, nunca juntos. Contra Alemania, disputé el primer tiempo. Un gran recuerdo”.

Con el Inter lo ganó todo. Cuatro títulos de Serie A con el Inter, dos Copas de Europa d consecutivas. En 1964, Mazzola anotó dos veces para ganar al Real Madrid en la final y en 1965 el gol de Jair da Costa le dio a los interistas la segunda. En la temporada 1966-67 regresaron a la final, pero perdieron de manera inesperada ante el Celtic. Mazzola ganaría también dos Copas Intercontinentales y en 1971 acabó segundo en la votación del Balón de Oro por detrás de Johan Cruyff.

En Italia todavía hoy se recuerda su rivalidad encarnizada con Gianni Rivera, estrella de su gran rival, el AC Milan. Dos estrellas que representaban polos opuestos no solo en Milán, sino también en Italia. “En 1968, cuando se fundó el sindicato de jugadores, Rivera y yo nos encontrábamos en Milán. Un día, unos hinchas nos vieron juntos, ¡y se escandalizaron! Siendo así, entre Rivera y yo no podía haber relaciones de amistad, sólo respeto. Éramos demasiado rivales. Y además, ¡yo estaba seguro de ser mejor que él y él pensaba exactamente lo contrario”. Son los recuerdos de Sandro, el jugador que heredó de manera brillante el apellido Mazzola. Símbolo del Inter, añora el fútbol del pasado. “Ahora hay más fuerza física, hay una mayor preparación. Aunque mi época se corresponde con el inicio de las grandes decisiones tácticas, quedaba mucho margen para la creatividad. Hoy es fuerza física y táctica”. Si tuviera que quedarse con uno “sería con el de antes”.

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