Leyendas del Fútbol

Dino ZOFF, el gran portero de Italia.

Dino Zoff es uno de los grandes mitos del fútbol italiano. Una leyenda forjada, como él mismo señala, en el trabajo. Fue capitán de la selección italiana campeona del mundo en 1982.

  15/12/2017

Italia vivió el pasado mes de noviembre un terremoto. La Azzurra se quedaba sin Mundial, algo que no ocurría desde 1958. Un duro golpe que tocó muy duro a todos los símbolos futbolísticos del país. Uno de los que más lo lamentó fue Dino Zoff, leyenda viva del fútbol italiano e internacional. Una carrera basada en una filosofía: "Todo lo que he obtenido, ha sido fruto del trabajo". Ahora, pasa sus días en los campos de golf próximos a Roma. "El golf es la mejor forma de estropear un bonito paseo", sonríe citando a Churchill. Dino Zoff pule su swing con la misma aplicación que ponía en los entrenamientos de sus tiempos de portero. Zoff vivió el mejor momento de carrera cuando lideró a Italia al Mundial de España 1982.

"Siempre fue discreto, tanto por modestia como por respeto a sus rivales", Bearzot, seleccionador de Italia en el Mundial de 1982

"Dino era el jugador más importante de la selección italiana en 1982. Era él quien representaba a la Squadra. Era una referencia para todo el equipo, y para mí el primero", recuerda Paolo Rossi sobre un portero que acumuló 112 partidos con la selección italiana que incluyen la participación en tres Copas Mundiales de la FIFA, y mantiene el récord internacional de mantenerse imbatido durante 1,142 minutos. "Era un guardameta equilibrado, que sabía mantener la calma en los momentos más difíciles o de mayor euforia. Siempre fue discreto, tanto por modestia como por respeto a sus rivales. Al final del partido contra Brasil vino a darme un beso en la mejilla, sin decir ni una palabra. Para mí, ese instante fugaz fue el momento más intenso de la Copa Mundial", argumentaba Bearzot, entrenador de Italia en ese Mundial.

Fue rechazado por bajito
En Zoff se refleja sus comienzos. Hijo de agricultores, siempre fue consciente del valor de las cosas. Esta mentalidad es característica de su región natal, Friulli. "El entorno en el que nací, en Mariano del Friuli, perteneció durante mucho tiempo a los austriacos", explica Zoff. "Cuando mi abuela Adélaïde se marchaba a Udine, decía: 'Voy adonde los italianos'". Las "recetas" de la abuela Adélaïde desempeñaron un papel fundamental, no sólo por los buenos consejos que le prodigaba, sino también por la "cura" de huevos que decretó para Dino a fin de hacerle crecer. A los 14 años, Zoff había sido rechazado en las pruebas de entrada realizadas para el Inter de Milán y la Juventus debido a su corta estatura, apenas 1.60 cms. Así pues, debutó modestamente en el Marianese, el equipo de su pueblo, sin sospechar siquiera que el fútbol podría convertirse en su futuro oficio.

Zoff, rechazado por bajito cuando era un niño, se hizo gigante: "Guardo un excelente recuerdo de mi paso por Nápoles, una ciudad alegre"

Y la receta de los huevos de su abuela funcionó. Creció hasta 33 centimetros. En 1961, tenía 19 años cuando el Udinese le fichó. Por entonces, medía 1,82 m. Abandonó su puesto de mecánico para encarar su estreno como profesional, el cual no pudo ser más catastrófico: le colaron cinco goles en Florencia. Al final de la temporada, el club descendió a segunda división, sin que Zoff hubiera podido jugar más que cuatro partidos. Al año siguiente, sin embargo, comenzó a dar que hablar, y fue en ese momento cuando le fichó el Mantua, lo que le permitió regresar a la prestigiosa Serie A. Durante las cuatro temporadas siguientes (1963-1967), Zoff gozó de reconocimiento nacional y le sentó muy mal su exclusión de la Copa Mundial de la FIFA 1966, porque el seleccionador Edmondo Fabbri prefirió a Albertosi, Anzolin y Pizzaballa. "Quiso evitar ser tachado de favoritismo", ha sentenciado el arquero, en alusión al hecho de que Fabbri provenía del Mantua. Dino se consoló al conocer a Anna-Maria, que se convertiría en su esposa y le daría un hijo, Marco, que hoy es financiero. La carrera de Dino Zoff estaba a punto de entrar en ebullición. El Milán AC se interesó por él, pero el precio exorbitante que pedían sus representantes espantó al club milanés. Su siguiente destino fue el Nápoles: el precio del fichaje fue de 130 millones de liras (68.000 euros), más el traspaso del guardameta Bandoni al Mantua. "Guardo un excelente recuerdo de mi paso por Nápoles, una ciudad alegre", nos cuenta Zoff, el friulano.

"Solo hay una cosa contra la que no puedo luchar: la edad". Zoff estuvo en activo desde 1961 a 1983

La primera vez con Italia
Precisamente, frente al público de esta ciudad, Zoff disputó su primera convocatoria con la selección nacional, el 20 de abril de 1968 contra Bulgaria, un partido que terminó con el marcador en 2-0 y que abrió la puerta a las semifinales del Campeonato de Europa. Zoff se hizo notar enseguida, con una excelente parada ante Asparukov, y consiguió el título en Roma después de la final repetida contra Yugoslavia. Se convirtió así en campeón de Europa con tan sólo cuatro intervenciones internacionales. Asimismo, ha llegado a jugar hasta 1,142 minutos sin encajar un solo gol, una marca de imbatibilidad celebrada en la portada del semanario Newsweek, que le calificó como "el mejor del mundo". Nada más y nada menos. La historia de este gran arquero está íntimamente ligada a la camiseta azzurra del equipo italiano. Su única gran decepción fue su relegación durante el Mundial de 1970, en beneficio de Albertosi.

Dino Zoff ganó seis Scudettos con la Juventus, pero su gran imagen fue con el gran título,  la Copa del Mundo, en el Mundial de España de 1982. Tenía 40 años y se emitió un sello especial en su honor. Este título fue la recompensa a una carrera excepcional y a un meticuloso trabajo cotidiano, y para Dino Zoff fue también una forma de olvidar el Mundial de 1978, en el cual, según propia confesión, "no siempre estuvo a la altura de las circunstancias".

También fue entrenador: ganó la Copa de Italia, una Copa de la UEFA y un tercer puesto en liga. Rozó la Eurocopa con Italia en el año 2000

Zoff siempre ha sabido motivarse, ha sabido olvidar los años pasados para fijarse nuevos objetivos y nuevos desafíos. Que no nos engañe su carácter obstinado y cerrado: a Zoff le gusta la celebridad y la sensación de ser protagonista. A los 20 años ya jugaba en la primera división italiana, a los 30 desembarcó en la Juventus y a los 40 se convirtió en campeón del mundo. Los decenios no pasa por él. Hoy, a los 60 años, Zoff sigue teniendo ganas de entrenar, de enfundarse un chándal para dirigir un entrenamiento, de ponerse a prueba. No le gusta volver a ver las cintas de sus hazañas y su mirada siempre se dirige hacia el futuro. Zoff es una roca, mental y físicamente. Ha disputado 570 encuentros en la primera división sin perder nunca las ganas de jugar. En la Juventus, intervino en 330 ocasiones consecutivas. Sus once años en Turín (1972-1983), a donde llegó traspasado desde el Nápoles por 330 millones de liras (170.000 euros) más el intercambio de dos jugadores (Carmignani y Ferradini), le permitieron coronar su palmarés: además de los seis títulos de liga, Zoff ha conquistado dos Copas de Italia y una Copa de la UEFA y ha alcanzado dos finales de Copa de Europa, aunque perdió las dos: en 1973, en Belgrado contra el Ajax y en 1983, en Atenas contra el Hamburgo.

Papel de entrenador

"Sólo hay una cosa contra la que no puedo luchar," declaraba emocionado el 2 de junio de 1983, "la edad". Era el momento de su retirada. No obstante, enseguida se reintegró en el mundo del Calcio, aceptando entrenar a los porteros de la Juve durante dos temporadas. "Era un trabajo sin futuro, demasiado limitado para mí", explicó al aceptar el puesto de director del equipo nacional olímpico. Antes de la celebración de los Juegos Olímpicos, sin embargo, cedería su cargo para regresar a la Juventus, pero esta vez como entrenador principal. Demostró entonces sus cualidades como entrenador, al conquistar una Copa de Italia, una Copa de la UEFA y un tercer puesto en liga. No fue suficiente, sin embargo, para evitar ser destituido. Enseguida llegó a Roma, donde le esperaba el puesto de presidente del Lazio.

Cuatro años más tarde, participó en el proyecto de salida a bolsa de la entidad, pero no dudó en ponerse de nuevo el mono de trabajo para reemplazar a Zdenek Zeman y levantar al equipo de la duodécima posición a la cuarta en 1997. En busca perpetua de nuevos estímulos, Zoff no dejó escapar la oportunidad única de convertirse en seleccionador nacional, después de que Cesare Maldini fuera destituido tras su fracaso en el Mundial de Francia 98. Lo que sí se le escapó, aunque por muy poco, fue la Eurocopa 2000. David Trezeguet se cruzó en su destino y acabó con su sueño de consagración. Criticado por haber decidido dejar a Zidane suelto sin marcaje al hombre, dimitió de su cargo dos días después de perder la final, y regresó al Lazio: en la liga italiana del año 2000 consiguió el tercer puesto.

En 2001, tres empates en el Calcio y una derrota contra el Nantes en Liga de Campeones resultaron suficientes para provocar su despido. Conociéndole, todos sabemos que Zoff no descansará tras este fracaso, sino que esperará pacientemente la llegada de un nuevo papel que desempeñar o un nuevo desafío que afrontar. Porque la carrera de Dino Zoff no se ha parado nunca. El testigo de su legado lo recogió Buffon. "Zoff defendía su meta con total rigor; mi estilo de juego pertenece a otro registro. Sinceramente, creo que los porteros estamos un poco locos. Nuestra función es especial, atípica, tenemos un carácter distinto", destaca el otro gran portero de Italia.

Redacción: Sergio Fernández

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