Algo especial tiene que tener un chico de 18 años para que José Venancio le ponga a entrenar con el primer equipo de Lobelle.
Eso fue lo que le sucedió en 2003 a David Palmas Mato (Santiago de Compostela, 08/03/1986), uno de los abanderados de la mejor hornada de jugadores que hasta ahora ha sacado la cuidada cantera del club gallego. Despuntó en los equipos de base y en el filial, superó el examen que supuso la cesión por dos temporadas en Bilbao, y tras curtirse en la División de Plata, volvió a casa para participar activamente en los éxitos cosechados entre 2008 y 2012. Una Copa de España, una Supercopa y varios entorchados autonómicos son el saldo material de una etapa inolvidable en cuanto a emociones.
Cerca de alcanzar los 27, Palmas se aproxima a su madurez como jugador, el momento en que mejor rinden los cierres como él. Quizá eso influyó de algún modo en la compleja decisión que tuvo que tomar el pasado verano: dejar nuevamente su ciudad, en esta ocasión sin billete de vuelta. Otros dos ex de Santiago, Charlie y Rubi, le acompañaron en su aventura en Ríos Renovables de Navarra. Allí está descubriendo otro fútbol sala, alejado de las prioridades defensivas que le inculcaron en Compostela. A las órdenes de Pato, Palmas experimenta un juego más orientado al ataque, un nuevo desafío de los muchos que aún espera encarar.