Es el referente de un Lobelle que intenta romper la hegemonía de El Pozo e Inter. Respeta la pizarra, pero no renuncia al destello particular que genera el espectáculo que se merece el aficionado. Eso sí, recién sacado el título de entrenador, alaba más al "míster" como gestor, con mucho carácter, de un grupo que siempre tiene la responsabilidad final de las victorias o de las derrotas.