Editorial de la Edición  110

- Oscar Cano / Entrenador Nacional Nivel III R.F.E.F

Alemania mantiene el discurso

Resulta altamente curioso observar como un país tachado de mecanicista y de inmóvil, de repetitivo en sus formas, es el que se ha erigido como abanderado en la protección de un fútbol basado en una idea que respeta lo esencial sin oprimir el talento de quienes juegan.

Alemania representa el juego bien jugado, simboliza esa versatilidad que jamás traiciona lo cardinal, sino que lo potencia precisamente desde inteligentes agitaciones estructurales y funcionales aprovechando las tremendas capacidades habidas entre sus futbolistas.
En los encuentros previos a la Eurocopa y en la propia competición continental ya hemos percibido mucha de su riqueza conceptual.
Löw utiliza a sus jugadores sabedor de que sus patrimonios intelectuales son interminables.
Líneas de tres o cuatro integrantes para empezar buscando superar cualquier planteamiento defensivo de los rivales; variaciones en las ubicaciones de jugadores como Özil o Götze, así como multiplicar la incertidumbre en el último tramo del terreno de juego alternando el juego con un delantero referencia o prescindir de alguien en esa demarcación han sido algunas de las revelaciones del fútbol germano.

Lo mejor de todo es que ninguna de esas trasformaciones han transfigurado una obra construida a través del pase, de acercar siempre al que mejor hace jugar a las demarcaciones por donde la pelota circula un mayor número de veces.
Neuer es un centrocampista organizador disfrazado de portero, Kroos sigue marcando los cómos procedimentales, mientras Özil se junta o se separa del balón en función de la claridad con la que se manejan los demás, es decir, les asiste sin incomodarles.
Boateng y Hummels son aliados siempre de lo que se pretende dando ventajas a los receptores, y hasta Khedira y Schweinsteiger parecen saber jugar a lo que nunca podrán dominar por sus concretas capacidades.

Jamás una selección se aprovechó tanto del paso de determinados entrenadores por su competición doméstica, signo evidente de ingenio y de apetito por prosperar.
Cuando España parece titubear, Alemania camina sin poner en tela de juicio su estilo hacia la conquista de Europa y del mundo una y otra vez.
Para que todo siga un curso lógico, ya se asoman varios jóvenes, técnicos y jugadores, dispuestos a que el cambio generacional no sea conflictivo